Cada vez que se habla de Trastornos de la Conducta Alimentaria, parece siempre la misma cuestión repetitiva que año tras año tiene su pequeño espacio en los medios de comunicación, que es tediosa de oír, pero se acaba rápido, cuya importancia y cronicidad se pormenoriza e invisibiliza. Caemos en los mismos mitos de siempre y nos centramos en buscar algo en el cerebro que haga destrozarnos nuestro cuerpo cueste lo que cueste.
La insistencia en encontrar un factor biomédico que explique la aparición de TCA nos aleja de luchar contra el factor desencadenante claro y común de los TCA trasversal a todas las culturas: vivir en una sociedad patriarcal profundamente volcada en cómo deben ser y qué deben hacer las mujeres con sus cuerpos.
Esta insistencia deriva de una perspectiva teórica y metodológica de un estrecho enfoque androcéntrico de la biomedicina que no atiende a cómo actúan los determinantes sociales de la división del poder y su afectación directa a las personas. El enfoque biomédico androcéntrico es perpetuador activa o pasivamente de las desigualdades y discriminaciones en materia de salud de las mujeres.
Actualmente, el valor social que se le otorga a las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes no es en tanto que sus capacidades, si no en tanto que su apariencia, haciendo que la estética que presenten se convierta en su condición de persona (Naomi Wolf). Si bien la tendencia es aclamar a la estética en nombre de la salud, donde la firmeza que tengamos de cara a los objetivos y logros que la industria estética ordena nos posiciona en sanas, fuertes de voluntad y con autocontrol, la finalidad no es conseguir el mejor estado de salud posible, si no que, por el contrario, nos enseña a no aceptarnos y anima a realizar acciones que perjudican nuestra relación con el cuerpo, nuestra salud física y mental en pro de un cuerpo que cumpla con el canon estético del momento que, como ya hemos adelantado, se vende como “saludable”.
Aceptar nuestro cuerpo (el de las mujeres) es un acto revolucionario. Romper con lo que el patriarcado nos insta a ser desde lo más profundo de nuestra persona, desde el cuerpo que habitamos y a través del cual experimentamos el mundo, supone una revolución. Aceptarnos quebranta su estrategia fundamental: que ni siquiera nuestro cuerpo sea nuestro.
Para ello, consideramos esencial que la perspectiva feminista sea transversal en el ámbito sociosanitario, lo que incluye que las y los profesionales de estos ámbitos tengan un perfil feminista que permita analizar y abordar los TCA desde la mirada psicosocial y no solo desde una mirada clásica androcéntrica de la biomedicina.
Desde Federación Mujeres Jóvenes, siguiendo una línea de trabajo multidisciplinar desde hace más de 20 años, decidimos celebrar el 6 de noviembre de 2020 el 1º Encuentro de Expertas en Trastornos de la Conducta Alimentaria con el objetivo de reunir a profesionales de diversas disciplinas con experiencia demostrada en la prevención e intervención de los TCA para poder reflexionar sobre los retos que se presentan de cara a la prevención e intervención integral en los TCA en mujeres jóvenes y realizar una serie de propuestas de acción.